En los artículos anteriores hablábamos de qué es el protocolo (El Protocolo en el siglo XXI) desde un punto de vista científico, y de cómo es la literatura existente alrededor de la disciplina (enlace al artículo). Hoy nos gustaría hablar de otra perspectiva igual de relevante: ¿cuál es el origen del protocolo?
La primera respuesta que probablemente nos vendrá a la mente como profesionales de la materia será la socialización humana. Al fin y al cabo, es una herramienta empleada en la celebración de los símbolos. Pero a tenor de lo que hemos investigado desde la perspectiva de la sociología o la psicología, entre otras disciplinas, esta sería una respuesta evidente, pero del todo errónea.
Autores como Ruiz Tafur (2009) desde la perspectiva psicológica, hacen una revisión sobre el fenómeno de la socialización a partir de varios autores como Freud y Piaget entre otros. Sus hallazgos la llevan a sostener que se define como la adquisición de patrones de comportamiento, actitudes y valores que constituyen el sustrato sobre el que se construye la personalidad del ser humano. Por tanto, la socialización nos permitiría explicar cómo se produce la integración de las normas y estándares de la sociedad pero no el proceso de creación de las mismas. Por consiguiente, desde esta perspectiva psicológica el protocolo no proviene del fenómeno de socialización humana.
Si acudimos a ver el proceso de socialización desde la sociológica, se considera que es el proceso por el que una persona se hace miembro funcional de la sociedad, adquiriendo la cultura que le es propia. Es decir, socialización es el proceso de adquisición de una cultura (Lucas Marín, 1986, p. 357). Por tanto, desde esta perspectiva este fenómeno tiene un peso importante debido a que supone un proceso de formación y crecimiento de un individuo, pero no explica tampoco el origen del protocolo.
Descartada la socialización humana, nos fuimos a investigar la última literatura científica sobre cooperación humana, y es justo en ella donde consideramos que hemos encontrado el origen del protocolo.
Los estudios sostienen que el origen del altruismo o cooperación estaría en lo que se denomina altruismo parental. En otras palabras, es el hecho que se da en las especies animales y humanas donde se experimenta un comportamiento cooperativo con la «familia» más cercana con el objetivo de perpetuar la carga genética. Este tipo de conducta con la evolución de la especie sostiene que acabará formando parte de uno o más genes en el ser humano que se transmitirán de una generación a otra. Resulta cuanto menos curioso que, el origen de la cooperación esté en una actitud egoísta.
Lo que producirá, en un punto u otro, lo que se denomina «altruismo recíproco». Éste supone una predisposición al altruismo no solo hacia la «familia» más cercana, sino a otras personas fuera de este núcleo que serán reconocidos también como altruistas (Silva & Gustavo, 2015, p. 87). Aunque esta es una conducta altruista limitada, puesto que está supeditada a que exista una retribución en un futuro no muy lejano. Llevado al mundo animal podemos poner como ejemplo la llamada de alerta de algunos tipos de aves cuando se acerca un depredador para avisar al resto del grupo.
Es justo en este punto donde se da un primer paso hacia el surgimiento del protocolo, puesto que pasamos al momento en el que el ser humano se da cuenta de que colaborando en grupos -primero con una o dos personas, y luego con grupos más o menos grandes- aumentan sus probabilidades de supervivencia en su entorno. Este hecho, además, supone un punto de inflexión para la humanidad, puesto que será capaz de discriminar entre personas egoístas y altruistas. Esta situación lleva asociada una evolución donde surgirá el concepto de amistad, de cultura, la agresión moral, etc. que funcionarán como elementos que reforzarán, o no, la conducta cooperativa. Además, se desarrollarán también la comunicación y otras habilidades asociadas.
Con este escenario que hemos descrito se dan las condiciones necesarias para que se dé el nacimiento del protocolo. Llegará un momento en el que el ser humano se encuentre en grupos que necesiten dotarse de una serie de reglas que les garanticen la armonía. ¿Quién come la comida más nutritiva? ¿Quiénes serán los recolectores y quiénes los cazadores? ¿Quién duerme en el sitio más seguro? ¿Quién tiene los méritos necesarios para liderar y cuáles son esos parámetros que lo hacen apto para ello? Esta situación es el origen del protocolo bajo nuestro punto de vista. Se crearán poblados, surgen individuos dominantes, coaliciones y jerarquías, se identificarán con símbolos, surgirán dioses que den respuesta y amplíen conceptos elementales muy abstractos… El poder imperante se dará cuenta de que el empleo de los eventos y el protocolo es una potente herramienta de comunicación que les ayuda a mantenerse en el poder y a crear «imagen de marca».
Además, este origen explicaría porque cada grupo social tiene un tipo de protocolo dependiendo de su cultura. Cada uno de esos grupos que no tenían contacto entre ellos o muy limitado, han desarrollado sus propias reglas de convivencia y mecanismos, por lo tanto, para poder tratar entre ellos y seguir manteniendo una convivencia pacífica han surgido mecanismos que han dado lugar a los que llamamos protocolo internacional y diplomático.
El protocolo, por consiguiente, supone una huida de la anarquía, el caos y la soledad en busca de la seguridad que ofrece un grupo bajo una serie de reglas preestablecidas.
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BIBLIOGRAFIA
Acedo, C., & Gomila, A. (2013). Confianza y cooperatión. Una perspectiva evolutiva. Contrastes. Revista Internacional de Filosofía, 18, 221-238. https://doi.org/10.24310/contrastescontrastes.v0i0.1169
Calvo, P. (2017). Reciprocidad cordial: Bases éticas de la cooperación. Ideas y Valores, 66(165), 85-109. https://doi.org/10.15446/ideasyvalores.v66n165.53225
Lucas Marín, A. (1986). El proceso de socialización: un enfoque sociológico. Revista Española de Pedagogía, 44(173), 357-370.
Ruiz Tafur, P. (2009). La Investigación En El Tema De Socialización. Psicogente, 12(22), 326-340.
Silva, C., & Gustavo, A. (2015). Cooperación humana, reciprocidad y castigo. Un enfoque evolutivo. Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia, 15(30), 81-121.